EVANGELIO
Hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén
Del Evangelio de san Lucas 2, 36-40
Ana era una mujer muy anciana; no se apartaba del templo día y noche, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones. Acercándose en aquel momento, daba gracias a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén.
Y cuando los padres de Jesús cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño iba creciendo y robusteciéndose, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios lo acompañaba.
COMENTARIO
La alegría que le produjo a Ana reconocer al Salvador en brazos de Simeón, le hizo prorrumpir en una fervorosa acción de gracias y hablar de Jesucristo “a todos los que esperaban la liberación de Israel”.
Nuestro gozo de encontrarnos con Cristo debe producir en nosotros esos mismos sentimientos: agradecimiento a Dios y comunicar a otros nuestra fe. El mundo necesita de hombres y mujeres que anuncien la llegada del Reino de Dios.
ORACIÓN
Señor Jesús, visita mi casa, mi familia: Tú que eres el Salvador; habla con cada uno de nosotros; fortalécenos en tu amor, danos tu alegría y tu esperanza, ayúdanos a ser fíeles sirviendo a Dios cada día.
Que tu nacimiento nos ilusione de nuevo y nos renueve, que nos levante la mirada más allá de nosotros mismos; que nos haga ver lo bueno que hay en los demás; que nos dé perspectiva de futuro siempre abierto por el corazón del Padre Dios.
Añadir nuevo comentario